Toda ciudad siempre ha estado y estará acomapañada por esos personajes que aparentemente no podemos ver.
Casi como personajes salidos de una historia de tragedia y nostalgia se despliegan por la ciudad, intentando no ser vistos y pocas veces interactuar.
Casualmente, siempre están ahí, a nuestra vista, tangibles, orgánicos.
En este caso me encontré una señora de alrededor de unos 60 años que se movía con mucha velocidad a través de diferentes plazas cargando 2 bolsas de plástico que contenían a su vez muchas latas y botes de plástico que serian su dinero extra o quizás el único, que al entregarlos al deposito de reciclaje de la ciudad ganaría algo para vivir, para seguir existiendo.
Su ropa casi siempre era un look Setentero con muy buen gusto, una reminiscencia de lo que era su juventud ahora opacada por la crisis europea que relega a estas personas a convertirse en personajes.
Me encanto poder verla en 2 ocasiones diferentes en 2 lugares completamente distintos. Me gusto ser parte de la idea de identificar esas personas que creemos que son parte del imaginario colectivo, la loca, tal don y tal doña...siempre en la memoria colectiva, pero tan reales como para poder vivirlo.
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