viernes, 17 de febrero de 2012

Katia



Recuerdo levantarme por la mañana y no creer lo que veía, ese macabro numero simplemente me causo un escalofrío que duro unos 15 segundos, y recuerdo luego tener que trabajar y fingir que nada pasaba…que todo debía seguir normal, cuando dentro de mi cabeza el dolor como una especie de energía transmitida por todo el sufrimiento que desde Comayagua podría estar sintiendo una gran cantidad de personas, se posara sobre mí. Justo ahí.

Katia tenía pensado abrir un negocio junto con su madre en la caseta del colegio de mi pueblo, para así lograr mantener a los 4 hijos que tuvo con un hombre que se encontraba preso en la penitenciaría de Comayagua, el estaba enfermo y le pidió a Katia llevarle medicamentos ya que en la penitenciaría era imposible conseguirlos – todo se puede conseguir, menos medicina.

Aprovechando la visita Katia decide quedar con su pareja, para encontrarse junto con él, inmersas por la llamas del desdén que enviado por los innombrables y seguramente infames de la historia acabando así…con los sueños de Katia y de más de 350 hondureños que como resultado de nuestra ineficiente sociedad, están ahí…sintiendo escalofríos día a día, viendo pasar el tiempo, acumulando el resentimiento que produce la inequidad.

3 personas de la comunidad gay estaba ahí también, carentes de la expresión de género que los caracteriza, fingiendo ser personas que no son, perdieron la imagen de lo que al menos en ese momento tenían, los sueños pueden ser arrebatados y convertidos en cenizas.

Hosanna en el cielo cantan en la casa presidencial, con un párroco extranjero, todos con sus trajes de corte italiano y sus cejas levantadas con una indiferencia que ya no se puede borrar de sus rostros estirados. 

La suciedad quedara manchada en su historia,
por Siempre.


 

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